
Perdón. Perdón por la indiferencia silenciosa de muchos bogotanos, de muchas bogotanas, de la sociedad entera, que ve a una mujer trans en la calle y no repara, no actúa, no se conmueve. Perdón por no haber estado cuando ellas han estado siempre, poniendo el cuerpo, los sueños, la dignidad. Perdón a ti, mujer trans que fue asesinada porque tu identidad fue tu condena. A ti que caminabas, amabas, trabajabas, soñabas con una vida con derechos, y el Estado, la gente, te falló. Perdón a ti que soñaste con la Ley Integral Trans como una promesa de protección y reconocimiento, y aunque se hizo la radicación, se discuten leyes y discursos, aún se vive un precio demasiado alto en las calles.
Perdón a las mujeres trans que han sido atacadas en Bogotá, en Medellín, en cualquier rincón de Colombia, bajo el sol ardiente y la noche negra, que han sufrido insultos, golpes, acoso, persecución, que no logran acceder a una atención médica digna, que ven burlas, negligencias, miradas que asustan más que los golpes. Perdón por no reconocer que muchos de los derechos conseguidos —la visibilidad, algunas leyes, algún acceso— no fueron gracias al discurso fácil, sino al coraje de esas mujeres trans que enfrentan muerte, amenazas y exclusión.
Perdón porque su esperanza de vida sigue siendo demasiado corta —en muchos casos menos de 35 años—, lo que no es un número frío sino muerte temprana, muerte robada. Perdón a las que mueren, pero también perdón a las que viven con el miedo. Perdón porque un sistema de salud que debería cuidar desconoce sus cuerpos, sus identidades, sus necesidades; porque no hay protocolos claros, porque hay discriminación, porque hay barreras burocráticas, porque se vive siempre cuestionadas, siempre negadas, siempre en riesgo.
Este perdón se hace más urgente porque se suma al reciente hallazgo del cuerpo sin vida de Victoria Strauss, una mujer trans, docente y politóloga, reconocida investigadora y defensora de los derechos de la población LGBTIQ+ en Colombia, cuyo cuerpo fue encontrado el 29 de septiembre en la vereda El Mazo, corregimiento de Santa Elena, en Medellín. Su vida, como la de tantas otras, nos recuerda que no basta con discursos ni con ministros que se autodenominan en femenino mientras la realidad de la calle sigue cobrando vidas.
Las cifras oficiales lo confirman y no dejan espacio a la indiferencia: según Caribe Afirmativo, este 2025 ya se registran 52 casos de violencia contra personas LGBTIQ+ por prejuicio, con un aumento alarmante respecto al año anterior; y de esos, 14 homicidios y feminicidios de personas trans. En total, se han documentado 26 mujeres trans asesinadas en Colombia, además de 197 denuncias de violencia acompañadas por la Defensoría del Pueblo, siendo 171 de esas denuncias contra mujeres trans. No son estadísticas aisladas: detrás de cada número hay un cuerpo que ya no podrá caminar, una voz que ya no podrá hablar, un proyecto de vida arrancado con odio.
Perdón a ti, mujer trans, porque la sociedad sigue dándote la espalda, porque este gobierno y los anteriores no han hecho lo suficiente. No es solo un discurso lo que se necesita, no es un lenguaje inclusivo lo que salva vidas, no es un ministro o ministra lo que transforma la calle: lo que hace falta es justicia, acción, protocolos reales, acceso digno a salud, educación, vivienda, trabajo y, sobre todo, respeto y dignidad. Perdón por no estar allí con tu nombre cuando te asesinaban. Perdón por no levantar la voz más fuerte cuando el miedo era tu única compañía. Te debo acción y no solo palabras, compromiso y no solo gestos simbólicos. Porque no aceptar que lo que te pasa es una emergencia moral es parte de la violencia que sigues viviendo. Que este perdón, aunque llegue tarde y aunque duela, pueda convertirse en semilla de cambio.
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*Comunicador social con énfasis en educación, magíster en comunicación–educación con énfasis en cultura política e investigador doctoral en estudios sociales, en la línea de subjetividades, diferencias y narrativas con énfasis en cuerpos, tecnociencias y digitalización de la Vida. Profesor universitario y autor del libro YouTube como ecosistema comunicativo.