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Aula Ambiental La Tingua Azul

Por: Elkin Calvo*

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Sandra Ramírez dirige la organización Aula Ambiental La Tingua Azul, un proyecto que nació en la Universidad Pedagógica Nacional como parte de su proceso académico para optar al título de maestra. Con el tiempo, esta iniciativa se consolidó como un referente en la defensa del ambiente y de los humedales, especialmente para las comunidades del barrio Timiza, en la localidad de Kennedy, y Villa del Río, en la localidad de Bosa.

“Las aulas no son solo espacios cerrados; también son espacios abiertos donde se puede aprender. Por eso hemos querido llamarlo así, para que la comunidad venga y conozca la importancia de los humedales en Bogotá”, explica Sami, como cariñosamente llaman a la profesora Sandra.

Puede ver el instagram del Aula ambiental acá.

La tingua azul es un ave característica de los humedales bogotanos y se ha convertido en el símbolo de este espacio. En el Aula Ambiental se realizan actividades gratuitas de educación ambiental, nacidas de la necesidad de proteger los entornos naturales. “La herencia que dejemos a las futuras generaciones depende de la conciencia que creemos hoy, sobre todo en los niños y jóvenes”, agrega Sandra.

El proceso no ha sido fácil. Durante años la comunidad tuvo que luchar para que el Distrito reconociera oficialmente este territorio como un humedal. Hoy, además de educación ambiental, el Aula desarrolla actividades con niños, mujeres y habitantes de calle, generando inclusión y sentido de pertenencia. Incluso, algunos habitantes de calle permanecen allí por temporadas, encontrando en este lugar un refugio.

Conozca al guia del humedal, haciendo click en la imagen

El humedal aún no cuenta con cerramiento, lo que implica cuidados especiales para su visita. En uno de sus sectores se conserva un meandro alimentado por el río Tunjuelito, que mantiene la humedad del ecosistema, como ocurre con el humedal El Tunjo en Teusaquillo.

El colectivo Aula Ambiental, con 14 años de trayectoria, se define como una organización netamente social que se sostiene gracias a la participación comunitaria y a recursos obtenidos por convocatorias. Sus dos mayores logros han sido: lograr que la comunidad reconozca y se apropie del proyecto, y que el Distrito declare el espacio como humedal protegido mediante decretos y actos administrativos.

“El mayor reto es mantener la organización en pie, porque no contamos con recursos directos. Hacemos un llamado a las autoridades para que apoyen estos procesos comunitarios que se realizan de manera desinteresada”, concluye Sami.

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* Comunicador social con énfasis en educación, magíster en comunicación–educación con énfasis en cultura política e investigador doctoral en estudios sociales, en la línea de subjetividades, diferencias y narrativas con énfasis en cuerpos, tecnociencias y digitalización de la Vida. Profesor universitario y autor del libro YouTube como ecosistema comunicativo.

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